martes, 28 de abril de 2009

#1/2

α Ðαч ωιтнouт Mooŋ
. Días sin luna .
I-1
Era fascinante lo que la tía Sharon tenía en su casa, la primera impresión era desagradable y me negaba a entrar pero mi procreador me había metido a la fuerza. Todavía no la miraba si no que mi papá estaba dentro con ella, y yo sólo estaba viendo los artilugios que poseía mi tía y los tenía en un perfecto orden. Algunos estaban cubiertos de musgos, otros de polvo... aunque todos tenían algo en especial: estaban demasiado viejos. Hubo uno en particular que me llamó la atención: una gran copa bañada en un oro muy viejo que tenía atoradas según yo, diamantes de fantasía.
La casa de la tía era bonita... sólo por dentro claro esta. La sala estaba llena de esos objetos marítimos y en el centro había una pecera con peces de colores, habían varias cartas de correspondencia sin tocar sobre el inmueble, no las toqué. Los sillones eran marrones y de piel, sentados sobre una alfombra común y corriente. La cocina estaba aislada, también una cocina normal y corriente. Me acerqué a una ventana para ver los alrededores, y cuando abrí la ventana lo primero que vi fue el brillante mar, era espléndido... espléndidamente horroroso.
El mar era bonito de vista, pero si olía bien, la casa de mi tía olía a esos olores desagradables del mar.
- Bonito ¿verdad? - esa voz fuerte de mi procreador me dieron un buen susto.
- No. Sabes que no me gusta el mar.
- ¿Haz tratado de convivir tan siquiera con él?
- No quiero convivir ¿Cómo está Sharon?
- Mal, tengo que ir a comprar sus medicamentos ya que están escaseando, te la dejo ¿no? 
- Pero... ¿Cómo voy a cuidar de ella? ¡Me voy a aburrir!
- Te encargo todo - él me puso en la mano un papel donde venían los medicamentos que ella tenía que tomar y atrás lo que debía comer. - trata de no quemarte cuando cocinas.
Él se encaminó hacia la salida y yo me apresuré a alcanzarlo.
- ¡No me estás escuchando!
Había abierto la puerta para pasar por ella pero él se volteó y me dio un beso en la frente y se despidió de un saludo de la mano, lo hace a propósito... sabía que si le ponía excusas se iba a arrepentir, lo vi marcharse mientras me quedaba allí con el aire playero pegándome en la cara. Me crucé de brazos mientras pensaba lo que haría, el sol se nubló... que mal clima.
Cuando estaba a punto de meterme escuché... un ruido...
"Un sonajero sonó llamando a su Luna"

Volteé para buscar el causante del sonido, mis ojos de chocolate claro miraban desesperados y miedosos buscando a su causante.

"Pero encontró el Sol"
No sabía si era por coincidencia o no, pero allí estaba de nuevo el chico de la otra vez... el sonido del aire no me dejaba escuchar lo que decía... sólo estábamos frente a frente. "El faro del muelle... a pleno atardecer". Cuando iba hacia él para ver que demonios quería, me había tropezado con una piedra y había caído, me levanté rápidamente y él había desaparecido.
Mi corazón se empezó a agitar y me metí lo más rápido que pude dentro de la casa.

miércoles, 15 de abril de 2009

#1/1

α Ðαч ωιтнouт Mooŋ
. Días sin luna .

I-0
Jamás había visto el sol tan brillante como en el pequeño condado donde nos íbamos a quedar en las vacaciones de verano, no me importó su nombre puesto que sólo iba a hacer temporal no vendría el caso de recordar su nombre pero si cabía decir que se encontraba en las cercanías del salado mar. Era una corta visita en los días libres de mi padre, íbamos a "conocer" una tía que vivía en estos lados, pero era bastante extraño puesto que jamás había escuchado de una pariente de nosotros llamada "Sharon Jolie" que terminó siendo hermana de mi Papá. Por lo que había escuchado de una conversación telefónica de Papá-Abuelo, supe que la situación de mi querida tía era grave y nosotros éramos los más "cercanos" -siete horas de viaje que más podría decir- al condado donde ella vivía.
La descripción del viaje que tuvimos no era muy buena, en todo el viaje había desierto y de las últimas dos horas que quedaban era una carretera apegada al extenso mar azul que desapareció al primer vistazo de pequeñas casas a sus orillas. No me gustaba el mar: el olor salado mareaba, sus mariscos no me gustaban, el agua que hacían que los ojos ardieran...
La mirada de mi padre, esa mirada chocolate que observaba las calles y los nombres de estas habían dado un repentino giro hacia mí, clavándolos en mis ojos de un color más débil que los de él, volteé repentinamente hacia otro lado. Esa cara que ponía mi procreador me ponía de los nervios, pasé saliva con dificultad y traté de mostrar desinterés.
- Ann, cuando lleguemos a la casa de tu tía no quiero que te agarre tus ataques "esquizofrénicos".
- No sé porque siento que te estás burlando.
- No me burlo pero tal vez la casa de tu tía no te alegre mucho.
- ¿Por qué? - había dejado mi falta de interés puesto que eso que había dicho mi padre me había preocupado.
- No quiero decirte nada, si te digo siento que saltarás del carro en pleno movimiento.
- Tan loca no estoy.
- Llevo quince años cuidándote ¿No crees que son años suficientes para saber las locuras que vas a cometer? Te tuve desde los pañales, no subestimes a tu viejo.
Yo era una hija de un papá empresario, él me cuidó desde que he tenido memoria, siempre ha estado conmigo  y cuando no puede me deja pequeños mensajes en las servilletas, hojas usadas o post it (1)(2) que siempre terminaban perdidos sujetados por pequeños imanes en el refrigerador a veces sólo se encontraban en la mesa o tenía el descaro de ponerlos en la pared del baño. ¿Sobre mamá? Él siempre ha intentado evadir el tema sobre ello, pero lo raro es que jamás me había interesado mamá. Cuando iba al Jardín de Niños -o Kinder- jamás me preguntaba porque mamá no estaba conmigo, sólo presumía a mi Papá... porque la mayoría de los niños eran recogidos por madres que por sus padres. Él siempre ha intentado hacerme una vida feliz sin que nada me faltara y me he sentido feliz a su lado, jamás ha intentado casarse ni ha tenido ninguna relación con una mujer de la que me tenga que preocupar.
Eso era lo bueno de mi papá. Agarré una botella de agua que estaba perdido debajo de los asientos, tenía los labios un poco resecos e ignoraba el discurso de mi padre. Mis ojos volteaban a ver a los alrededores y... frente a una tienda de recuerdos entre unas calles con nombre raros estaba un chico. No me fijaba en él porque estuviera muy guapo si no qué... me miraba a mí, sus ojos ámbares me penetraban a fondo y su cabello revoltoso y rubio era brillante, un sol. Vi que movió sus labios, lentamente... "El faro del muelle".
Y me ahogué con mi propia agua al ver que cuando había parpadeado, desapareció.
- ¡Ann! ¡No te ahogues!.